domingo, 29 de abril de 2012

Dual Hawks de Centro-Matic

Will Johnson es un prolífico músico norteamericano afincado en Austin / Texas, cuyas bandas principales son South San Gabriel y Centro-Matic. En 2008 incluyó sendos discos de ambos proyectos en el doble Dual Hawks. Haciendo el símil con Neil Young, se diría que Centro-Matic es la versión Crazy Horse de Willl Johnson, mientras que South San Gabriel es su versión Stray Gators. En esta ocasión haremos una breve semblanza del disco correspondiente a Centro-Matic en Dual Hawks.

Arranca el álbum con una energética canción que hace honor al americana y low-fidelity en que está enmarcado Will Johnson, con puntos en común de nuestro idolatrado y ya comentado en este diario, Micah P. Hinson. The Rat Patrol and DJs cuenta con corrosivas y ardientes guitarras, así como retumbantes baterías, y Will canta con el micro abierto a tope, captamos sus falsetes y su respiración en primer plano, hasta que el solo de guitarra sin concesiones, con una tormentosa distorsión que amenaza escaparse del control del Will nos lleva al irremediable final. Two Seats Gold Reserved es un soplo de aire fresco, con más descanso entre verso y verso, y con respiración menos entrecortada, después del sprint inicial, un poco de calma chicha en la carretera.

Los bombos vuelven a taladrarnos los oídos, y las guitarras queman aún más si cabe, pero el transcurso del número es un medio tiempo con un interludio pianístico a dos voces en el que la tensión de la batería desemboca en un episodio de teclado sintetizado que nos lleva a la repetición de la estrofa y precipita el fin de la canción entre punteos de guitarra y gritos. Quality Strange suena como un clásico, Will rasga la guitarra y lleva la tensión hasta el puente con gran calidad armónica, los trallazos subsiguientes siguen dibujando un premonitorio desenlace con melodías enriquecidas por la espera y contención mantenidas, el punto final lo pone un solo destartalado y epiléptico, prácticamente inacabado, pero con encanto. Remind Us Alive ahonda en el medio tiempo eléctrico con la banda ya engrasada y sonando a pleno volumen, lleno el depósito de combustible eléctrico y con alternancias maestras entre el diálogo de las dos guitarras y la misma voz, hasta que el puente nos eleva sobre alturas de bellas vistas, inmensos paisajes de bosques sin talar y campos sin labrar, podría ser el verde de Montana, el lugar de origen de Will, pero el caso es que la tesitura del pasaje, de una singularidad con matices, y un solo desencajado, nos pone en la casilla de salida del disco, con reminiscencias del mejor folk-rock rama Byrds, y siguientes, tipo Crosby, Stills, Nash and Young.

Every Single Switch es un remanso de paz clásico más cercano a unos R.E.M., y Will nos canta al oído mientras desgrana sus amores y temores con una convicción propia de su optimismo cosmopolita y un tanto trotamundos, hasta se marca un coro la, la, la para terminar con nota y la banda sonando a un altísimo nivel, el volumen siempre al máximo, para no desentonar del resto del disco. I, the Kite, es casi una balada, con palmas, eso sí, pero como Will da rienda suelta a los Centro-Matic más abrasivos, pues no dejamos de apreciar la guitarra distorsionada, el bajo percutivo como botando el balón del sonido más discotequero y la batería persistente retumbando en nuestros oídos. Strychnine, Breathless Ways retoma la marcha y aceleración del comienzo, y Will lidera la banda con su ímpetu a la guitarra y las voces, sin dar tregua  a unos Centro-Matic que le siguen a duras penas cual del Dylan más ácido / lisérgico se tratara, en un número casi punk por lo breve.

All Your Farewells se trata de otro clásico de inicio incierto, como si Will jugase con nosotros a que acertemos por dónde va a arrancarse / derivar, pero tan bellamente cantado que parece la historia perfecta para una despedida amorosa, el sentimentalismo lo aportan unos coros nada pretenciosos, y la canción se abre a una rica orquestación, si bien Will vuelve a dejar que sea su guitarra ardiente quien se pronuncie desde la mitad de la canción hasta casi su final, vuelve a entrar el verso y la despedida es tremenda con la banda entonando All Your Farewells a modo de gloriosa oración, o más bien se diría que imprecación o reproche, hasta llegar al último solo y cierre. Counting the Scars es posiblemente mi preferida y en ella se recogen todas las características propias de un pase acústico de artistas como Will Johnson o el ya tantas veces reverenciado Micah P. Hinson, con la voz apenas acariciando las cuerdas de una guitarra acústica que se basta y se sobra por sí misma para llevar el peso de una canción que desborda carisma por todos los poros de la entonación de Will, y su fraseo cuando entona Counting the Scars nos deja claro el dolor padecido, así como la promesa de que aún habrá más cicatrices, pues Will no se arrepiente de haber amado y de seguir intentándolo, queda ahí como flotando en el aire.

Twenty-Four es una alegre e ilusionante canción muy Roll Another Number de Neil Young, sin complicaciones aparentes, pero con todo el sentido que la conjunción de ritmo y melodía son capaces de comunicar a nuestro cerebro sensible, siempre a la espera de captar la mejor música que nos emocione, como cuando Will se queda a capella con la banda parada y nos pone la carne de gallina con su quebrada y cascada voz, y el número se repite una y otra vez porque la secuencia de acordes en clave mayor se lo merece y da para una letra lo suficientemente hipnótica y larga como para entretenernos sin hartarnos, porque allí donde empiezan las palmas enlatadas también Will nos regala otro a capella de ensueño, y fin. A Critical Display of Snakes se diría que incluye una imaginería más propia del rock siniestro y el after-punk británicos, The Cure, U2 y por ahí, hasta que un violín nos saca del equívoco y nos hace emparentar a Will con The Waterboys o similares, en cualquier caso, se trata de un número inmejorable para cerrar ya con menos revoluciones, un disco que ha rayado a mucha altura y nos ha dejado un muy buen sabor de boca, con su bouquet reposado.

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